Editorial: Las autoridades sanitarias de Baleares y de España saben mucho más que yo de esta pandemia, el coronavirus “COVID-19”, todo el proceso de la desescalada y los futuros comportamientos de la ciudadanía. Ayer mi di un gran paseo por varios municipios de Mallorca y recibí información de personas que colaboran con este diario digital. Salvo excepciones la gran mayoría ha llegado a la conclusión, eso parece, que el virus se ha ido y podemos hacer vida normal. A la papelera todo el protocolo del BOE y sus decenas de páginas, advertencias. Muchísimas personas no lo cumplen y la autoridad competente mira para otro lado, será normal.

Está súper claro que una parte importante de la población no lleva mascarillas, no cumple la distancia social en las terrazas, interior de bares y restaurantes, mercados, se amontonan en playas, asisten a fiestas con amigos y familiares donde ninguno se protege y nos damos abrazos y besos. No hay horarios que definan y protagonicen en solitario la salida de nuestros mayores, se ven cuadrillas de jóvenes compartiendo cigarrillos y bebidas del mismo botellón. Hemos bajado la guardia por completo y si quienes deben de cuidar de llamarnos la atención no lo hacen, supongo que es porque ya no hay peligro alguno.

Las autoridades sanitarias y políticas nos han vuelto locos, han dicho muchas cosas y lo contrario, hay portavoces autorizados que recomiendan unos comportamientos, pero difieren entre ellos. Se promulgan articulados que se cambian al día siguiente. Seguir a rajatabla las normas del Estado de Alarma es misión imposible. De madrugada sale un decreto y por la tarde se hacen modificaciones sustanciales. Seguramente soy más tonto de lo que pensaba y se me ha parado el reloj. Puede ser, no he captado ese sexto sentido que tienen las personas y comprenden lo que pasa simplemente por la intuición.

Ha habido un brote en Palma donde hay una docena de ingresados al menos. Me llegan los datos de contagios y no los veo por ningún lado. Me dicen de un fallecido en un Hospital y llevamos varios días sin ningún muerto. Me asegura una fuente sanitaria y otra política que hay retrasos en la contabilidad y que esos infectados y fallecidos salen días después, cuando se registren de manera oficial y pasen los trámites de confirmación. Debe ser muy difícil la combinación de un mando único y la cogobernanza de los Reinos de Taifas, todos mandan y si necesitas sus votos para el Congreso y presupuestos, mucho más.

No es que haya perdido de repente mi optimismo, mis ganas de ser positivo, las intactas ilusiones hacía el futuro, el sentido del humor, la ironía. Que va, ni mucho menos. Pero te hablan de la Fase II, te dan decenas de medidas a cumplir y consejos a cientos. Lo lees en la intimidad, te haces una idea de tu nuevo comportamiento y sales a la calle. Se trata de otro país. Todo es mentira que diría Risto y sus humoristas, los del canal cuatro. En los supermercados se ven escenas casi de pánico. Menos mal que el COVID-19 se ha evaporado, de ser cierto lo que decían, seguro que ahora mismo estábamos de nuevo en casa confinados.

Hay muchas explicaciones que cada día nos dan los expertos y las razones de su debilitamiento. También la fortaleza de nuestro servicio sanitario ahora que le hemos cogido el truco al monstruo. Ahora hay que afrontar en serio la parte económica de una tierra en quiebra. Seguiremos los consejos de quienes nos guían. Muchos no conocemos nada de lo que pasa, ni aprendemos. Es difícil saber las claves de un problema si no tienes la adecuada información. Siempre hay un menos mal. Conocemos muy pocos infectados y enfermos. Espero de todo corazón que el destino que hemos elegido sea el correcto, hemos sido nosotros los autores del diseño y su firma. Rafael Gabaldón San Miguel.