EFECTOS DE LA COVID-19 SOBRE LA POBLACIÓN. Se ha producido un hecho insólito en nuestra sociedad, donde las personas, familias, trabajadores, estudiantes, políticos etc., hemos tenido que reinventarnos para adaptarnos a una nueva situación. ¿El culpable? Un microbio nanométrico (de una millonésima de milímetro) formado por ARN y proteínas que se ha colado en nuestro día a día produciendo muertes (aunque recuerdo que la gente sigue muriendo de accidentes y otras enfermedades también), contagios y una gran alarma social, aunque la naturaleza “ha respirado” sin la presión humana.

Su presencia ha hecho que en España se adoptaran medidas drásticas con efectos colaterales como incontrolables miedos en algún sector de la población más sensible a la dependencia diaria de las noticias de los medios de comunicación, principalmente la televisión; alarmas sociales, desempleo (sobre todo en el sector turístico), continuas contradicciones por el lógico desconocimiento de la inmunidad del virus así como su mecanismo de acción a corto, medio y largo plazo.

¿Qué es el coronavirus?

El bichito al que hacíamos referencia es el virus SRAS-Cov-2 más conocido como coronavirus de tipo 2 causante del síndrome (conjunto de síntomas) respiratorio agudo severo que causa la llamada enfermedad del coronavirus o COVID-19.

Desde el punto de vista pneumológico, el 80% de los casos de infección por el virus han sido leves, el 20% restante, graves; de éstos el 5% aproximadamente ingresa en UCI y se caracterizan por padecer entre 5-7 días de infección vírica seguida de una reacción antiinflamatoria como consecuencia de una gran inflamación pulmonar, lo que ha conducido a insuficiencias respiratorias muy graves.

La primera fase de la enfermedad se trata con antivíricos que todavía no estamos seguros de que funcionen (hidroxicloroquina, remdesevir,…) y la segunda fase más inflamatoria se trata con antiinflamatorios tipo corticoides, anticitoquininas como el Tocilizumab que es una anticitoquinina 6. Destacar también, la hipercoagulabilidad que se produce en fase aguda y, como consecuencia de ello, se pueden producir embolias pulmonares que empeoran aún más el pronóstico. Otra cosa no conocida son las secuelas a largo plazo; desde el punto de vista epidemiológico, habría que saber más sobre la mortalidad que afecta principalmente a la gente de edad más avanzada, la contagiosidad, etc.

Numerosos expertos sanitarios de todo el mundo han asegurado durante los últimos meses que la invasión del hombre en el mundo natural de nuestro planeta, está despertando nuevas enfermedades de animales silvestres que se propagan a humanos y se distribuyen rápidamente por el mundo. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) se alerta de un nuevo virus, el Nipah más mortal que el coronavirus, cuando aún no sabemos cómo proceder ante éste.

Lo que de verdad debe preocuparnos son los efectos que la COVID-19 ha producido a la población, o mejor dicho, cómo los medios de comunicación a través de los mensajes han creado un gran miedo sobre la gente. Miedo por un incansable bombardeo de información con datos de contagiados que deberían tirarse directamente a la basura, por cuanto ha sido imposible establecer un sistema fidedigno donde se tenga en cuenta a diagnosticados, no diagnosticados, sintomáticos y asintomáticos.

Algunos abogados conocedores de las leyes han afirmado en algunos medios de comunicación que se ha tratado más de un estado de sitio que de un estado de alarma, por cuanto se han visto severamente restringidas las libertades individuales.

Veamos un decálogo de incongruencias que hemos vivido o estamos viviendo día a día:

- Desprotección del colectivo sanitario. ¿Alguien imagina en la primera guerra mundial enviar a las trincheras a personas sin armas?

- Estancos abiertos durante el confinamiento. Los gobiernos han perdido una oportunidad para que muchísima gente dejara una de las drogas que más muertes producen en España, el tabaco.

- “Viviendo con su enemigo”. No es el título de una película, sino un aumento del número de llamadas al 016 por una obligada convivencia con personas que han producido un aumento de agresiones psíquicas y físicas.

- Pérdidas de empleo sobretodo en el sector turístico. Innumerables personas han perdido su empleo en España; otras medidas en otros países han minimizado extraordinariamente este efecto.

- El mal uso de guantes y mascarillas puede ser un foco más intenso de infección por virus y bacterias. Además ahora que está desapareciendo el virus, todos con protección y cuando fue necesario por su auge, brillaban por su ausencia.

- Diferencias en el confinamiento vivido. No es lo mismo quien se haya confinado en un gran chalet con pistas de tenis, basket, piscina, etc., que quienes han convivido en espacios reducidos de apenas 50 m2.

- El aumento del número de divorcios, lo que pone en evidencia los erróneos mecanismos por los que nos guiamos a la hora de buscar pareja.

- El profesorado pisa obligatoriamente el centro educativo el mismo día en que oficialmente acaban las clases. Sin embargo, es uno de los colectivos que más ha trabajado a destajo a cualquier hora del día luchando por incorporar a todos los alumnos a sus clases telemáticas.

- La prohibición de hacer ejercicio fuera de las casas, lo que ha generado un aumento de peso de la población en general y un aumento de enfermedades asociadas.

- El elevado número de lesiones de deportistas al volver a las rutinas habituales.

Finalmente no tiene sentido que si los supermercados y las terrazas de los bares están llenas, no puedan estarlo también las instalaciones deportivas, colegios, parques, zonas de esparcimiento, etc. Actuando con las medidas de seguridad de distancia adecuada y uso de guantes y mascarilla.

Salvador A. Tárraga Gordiola